18/11/2020

LETRAS SIN VIOLENCIA DE GÉNERO: "¿A QUÉ NOS REFERIMOS CUANDO HABLAMOS DE MASCULINIDAD?"

  • “Los hombres no lloran”
  • “El hombre es el que lleva los pantalones en la relación”
  • “Defiéndete como hombre”
  • “No seas maricón”.

Dichas frases, que muchas veces suelen pasar desapercibidas, ejemplifican ciertos mandatos que la sociedad ha impuesto en relación a la masculinidad. El concepto de masculinidad, según Kaufman, consiste en un guión de comportamiento que los varones sienten la necesidad permanente de seguir. Esto con el objetivo de probar que son capaces de cumplir con el ideal y así reforzar su identidad como hombres. Dicho proceso supone en ellos la supresión de una serie de necesidades, emociones y formas de expresarse a lo largo de su ciclo vital.

En otras palabras, la masculinidad encierra una serie de características que definen lo que debe ser y cómo debe actuar un hombre: fuerte, poderoso, líder, dominante, entre otros. Como consecuencia, la sociedad condena o ve como inferior a los hombres que no cumplen con dichas cualidades y, en cambio, se les atribuyen rasgos comúnmente asociados a lo femenino, como la debilidad o pasividad.

Sin embargo, estos mandatos han sido construidos en sociedad pues están sujetos al contexto y temporalidad en el que se encuentran insertos. Por ejemplo, es diferente ser hombre en el Perú del siglo XXI que ser hombre en la Antigua Grecia, pues los estándares eran otros. Lo cual evidencia la arbitrariedad del constructo mismo de “masculinidad”. Es aquí donde es importante considerar que, particularmente en el sistema social peruano, la masculinidad hegemónica ocupa un lugar de poder. En contrapunto, las mujeres y todxs lxs que se escapan de la cisheteronormatividad son vistxs como inferiores.

Resulta problemático pensar en la masculinidad como la no-feminidad pues los hombres, al construir su masculinidad basándose en esa consigna, buscan inconscientemente desterrar de sí mismos (y de otros hombres) características que puedan percibirse como femeninas. Lo que a menudo resulta en el ejercicio de violencia entre pares (intragénero) y/o hacia la mujer (violencia de género). Es así que la violencia física, verbal y/o psicológica son ejercidas con el fin de probar su dominancia y fuerza sobre las mujeres.

Es importante entender que esta violencia existe a nivel estructural y, por lo tanto, muchas prácticas y discursos —como las frases al inicio de este artículo– han sido normalizadas. Por ello, debemos detenernos a reflexionar y evaluar constantemente nuestras propias acciones con nuestros pares y en comunidad. Como hemos podido observar, la violencia de género no es únicamente un problema de mujeres, sino que requiere del involucramiento de los hombres. Es así que, como comunidad universitaria debemos realizar esfuerzos para prevenir expresiones de violencia contra la mujer. Esto mediante el reconocimiento de la existencia de la masculinidad hegemónica y apuntando a su deconstrucción, encaminándonos a masculinidades alternativas, afectivas e igualitarias. Por último, rescatar las acciones que podamos realizar, desde nuestro rol como estudiantes, docentes, y comunidad universitaria en general. Algo tan sencillo como usar nuestras voz para actuar de manera crítica frente a frases como las planteadas al empezar este artículo pueden ser un buen punto de partida y así formar parte del cambio.

Sobre la autora:

Valeria Turín es practicante de psicología en la Oficina de Bienestar Letras OSOE-DAES. Actualmente es parte del Grupo de Investigación “Psicología, Cultura y Género“ y se encuentra realizando su tesis de licenciatura sobre la “Construcción de la masculinidad en actores hombres de teatro musical”. Tiene especial interés por la promoción global y transcultural de la salud mental, las neurociencias y las terapias de artes expresivas.