Alternativas a la crisis de los fertilizantes

15/07/2022

La crisis por los fertilizantes para la agricultura es una realidad. Sin embargo, el panorama y las alternativas disponibles también lo son. En esta conversación con la Ingeniera Agrónoma Verónica Viñas, especialista en gestión ambiental y parte del Grupo de Apoyo al Sector Rural, nos ofreció el panorama de la actual crisis, opciones a los fertilizantes inorgánicos, su aplicación y qué rol debería cumplir la sociedad civil y académica.

¿Cuál es el panorama de la crisis de fertilizantes en Perú?

Hay una crisis de fertilizantes que, como consecuencia, traerá una crisis en la seguridad alimentaria. Una de las grandes preocupaciones a nivel mundial es, precisamente, la de la mencionada seguridad alimentaria. Este es un tema que está presente en las políticas públicas de todo el mundo.

En Perú, hace muchos años, la preocupación ha sido asegurar una necesaria dotación de alimentos para todos. Entonces, ¿qué está pasando en el mundo actualmente?

Tenemos una crisis de fertilizantes devenida, en un primer momento, por la pandemia de la COVID-19. Durante estos años no hubo gran comercialización de los mismos. Después, en un segundo momento, tuvimos el problema de los contenedores. China no movía sus contenedores que son, en gran parte, los que abastecen al mundo por la vía marítima.

Sumados a estos dos factores, tenemos el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania que, básicamente, ha estallado este año. Este último factor es especialmente importante porque Rusia es el principal productor de fertilizantes en el mundo. Nuestro país compra una buena parte de fertilizantes a Rusia. No olvidemos que Ucrania también produce fertilizantes, lo cual agravó, aún más, la crisis.

Asimismo, debemos tener en cuenta que, en Europa, a causa de la pandemia por COVID-19 el precio del petróleo aumentó. Ahora, con la situación bélica en desarrollo, Rusia, que es uno de los principales productores de gas a Europa, empeora la situación. Precisamente porque la urea, que es un derivado del petróleo, sube mucho de precio en sí y en su transporte. Esta crisis no solo afecta a nuestro país, sino a todo el mundo.

Si bien es cierto que todo este panorama trae consecuencias negativas a nuestros agricultores ya es momento de hacer un viraje, de hacer un cambio y de pensar en otro tipo de biofertilizantes. Así como la pandemia vino en un momento y la gente se agobiaba por la situación, siento que esta crisis de fertilizantes debemos enfrentarla de la misma manera y pensar en cambios. Debemos cambiar el uso y abuso de fertilizantes que no solo dañan al suelo, al ambiente o al entorno, sino que, principalmente, dañan a los consumidores.

Quieras o no, cualquier producto que contenga algún derivado de petróleo en su composición, en el consumo, las personas se están llevando estos componentes al organismo. Es por esto que, a partir de esta crisis, sería óptimo aprovecharla para cambiar la manera de fertilizar nuestros productos. Hay alternativas aplicables de fertilizantes orgánicos comprobados con estudios, tesis y análisis que se pueden ir implementando.

¿Cuáles son las alternativas a los fertilizantes inorgánicos?, ¿son aplicables en nuestro país?

Sí es posible cambiar el actual uso de agroquímicos. El Perú importa el 100% de sus fertilizantes. Entonces, hubo muchos quienes proponían, desde el Gobierno o Congreso, como medida para salir de la crisis, hacer una planta de fertilizantes. Hace varios años está la propuesta de hacer una planta en Bayóvar (Piura) porque allá hay roca fosfórica. Precisamente, este componente es el segundo principal de los fertilizantes que son utilizados para que las plantas produzcan frutos. Estos componentes primordiales son el Nitrógeno, el Fósforo y el Potasio, el conocido NPK. Es importante mencionar que estos tres son importados.

En 2021, hemos importado 600 000 toneladas de urea, del total de fertilizantes utilizados en Perú, el 50% es este producto. La magnitud total de lo que importamos son 1,2 millones de toneladas de productos para el agro. Todas estas cifras se importan, por lo que una de las respuestas del Estado es crear la planta que te mencioné. En algún momento se extrajeron fertilizantes que no son puramente químicos y estaría bueno retomarlo eventualmente, pero, para esto, se hace necesaria la decisión política.

Por otro lado, junto con quienes proponen la creación de la planta están quienes señalan que una mejor salida sería negociar fertilizantes en bloque, por grupos o por país. Es decir, que no lo hagan empresas ni pequeñas distribuidoras, sino que Perú lo negocie como país. Algo como lo que se hizo con las vacunas en su momento. Incluso ha habido licitaciones por parte del país. Hace algunas semanas Perú lanzó una licitación que se declaró incierta. Ahora están buscando postores porque ya la crisis está en todo el mundo y, además, estamos entrando tarde a la operación. Nos hemos dado cuenta tarde.

Así como hay estas dos propuestas también está la de buscar alternativas a los fertilizantes porque se busca una solución ahora, pero una circunstancia como esta podría repetirse. Imagínate que China cierre su comercio marítimo, pasa con Estados Unidos o quizá otra pandemia y la situación sería la misma.

Entonces, el asunto es tratar de ir por otra opción. Esta alternativa sería la de abonos a base de insumos naturales que sí es viable. Mucho se ha discutido sobre este tema de los abonos orgánicos desde los años noventa  pero tiene sus detractores. Si yo tengo animales en mi campo o residuos de cosechas, entonces, puedo obtener mi propio abono y cierro mi círculo de producción sin añadir algún componente externo. Entonces, mi ciclo está más protegido y no ampliamos más gastos.

Estos bioabonos sí se pueden realizar desde las chacras de los agricultores. ¿Fácilmente? También. ¿A gran escala? También. Un gran problema que se tenía antes, cuando recién se comenzaba a trabajar con la agricultura orgánica, era que se decía que era solo para pequeñas superficies o para agriculturas familiares.

Funciona porque Países Bajos es uno de los grandes productores de hortalizas y de todo tipo de productos orgánicos a gran escala: bajo invernadero, en chacras sofisticadas con mucha tecnología, entonces, sí se puede. Todo esto por una razón sencilla: los insumos vienen desde la misma chacra.

Por ejemplo, si yo tengo una cosecha de maíz, saco un poco de chala (cascarilla del arroz), la reúno, la introduzco a mi poza de compost, que el compost es uno de los abonos más comunes, y puedo obtener abono natural. Mientras se fermenta esta materia orgánica se puede agregar estiércol de algún animal de mi campo o de mi vecino para acelerar el proceso. Al final, obtendremos un abono muy bueno que se puede utilizar directamente en las plantas con la capacidad de mejorar la calidad, la parte física y biológica del suelo.

Además, si todos los insumos son del mismo entorno en el que está el agricultor, pues el precio no se incrementará demasiado. En algunos lugares, acá mismo en Perú, no quieren hacer el compost en otro lugar, sino que vierten los residuos directamente en la planta y, como el cultivo es semiperenne, las plantas pueden absorber los nutrientes mediante sus propias raíces. Esa es también otra opción.

Hay diferentes opciones, por ejemplo, la lombricultura que utiliza lombrices. Una vez que obtienes el compost puedes obtener más abono gracias a las lombrices. Estas comen el compost y sus excretas es humus de lombriz que es muy beneficioso para las plantas. En costo sí es un poco mayor, pero se puede utilizar. Estos métodos son los más convencionales, entonces, hoy en día sí es posible producir a gran escala.

En la actualidad, asimismo, hay bioabonos líquidos. Estos son los que te permiten lograr una fermentación mucho más rápida si los incluyes con los restos de las plantaciones. Estos se pueden fabricar en pequeños tanques, cilindros o, inclusive, a una mayor escala, en biodigestores. Estos, además de entregarte un abono líquido, semilíquido, puedes obtener gas para energía, alumbrado, para las cocinas, etc.

Entonces, la mencionada alternativa de los bioabonos líquidos también es posible. Es viable económicamente, no necesitas muchos insumos, salvo algún tanque o mangas plásticas, y, de esta manera, puedes producir tu abono natural con todos los restos de tus campos.

Esto se está haciendo. En asociaciones de agricultores, por ejemplo, del norte chico tengo compañeros que lo están implementando entre Ica y Palpa, en zonas productoras de frutales se utiliza. Nosotros, desde el Grupo de Apoyo al Sector Rural (GRUPO PUCP), tenemos un proyecto en Huyro, Cusco en el que hemos instalado varios biodigestores y se está enseñando a los pobladores a usar bioabonos líquidos para mejorar la calidad de sus suelos. Esto incrementa la productividad de sus siembras.

Este punto es importante porque una de las más grandes consecuencias de esta crisis de fertilizantes es que no se podrá asegurar buenos alimentos. Es acá en donde la seguridad alimentaria se ve amenazada porque, por ejemplo, si no echamos los fertilizantes químicos al suelo este no producirá lo de siempre. Es así que, antes, si una hectárea de papa producía veinte toneladas, pues, ahora, rendirá solo diez.

Es imposible que un agricultor pueda sobrevivir con costos más elevados porque esta crisis genera que el poco fertilizante disponible cueste más. La estructura de costos de un trabajador del campo se eleva: si antes se le destinaba un 30% de su dinero a los fertilizantes imagina lo que tendrá que invertir en este contexto. Esto se traduce en que la productividad y calidad de alimentos baja, no hay tanta oferta y nace el dilema que la clase política no está poniendo en debate. Es por ello que debemos buscar una alternativa.

Nosotros, desde la PUCP y del Grupo de Apoyo al Sector Rural, siempre estamos en la orientación de la sostenibilidad. Por lo tanto, un abono fabricado, producido y hecho con los propios insumos de la chacra es sostenible en el tiempo, para la economía del productor y para el campo en contraposición de fertilizantes químicos que no son sostenibles como lo vemos en esta crisis. Estamos trabajando con capacitaciones y tecnología en las zonas rurales que lo necesitan.

¿Cuáles son los principales argumentos de los detractores de los abonos orgánicos?

Siempre hay intereses creados. Las empresas que venden fertilizantes químicos cuestionan que la agricultura orgánica y sostenible pueda lograr los mismos grados de productividad que con productos químicos. De repente, no se logran porque el químico es más potente. Por ejemplo, si echas un puñado de urea a una planta, al mes, ya ves que está muy verde. Ya que lo que necesita la planta es Nitrógeno, Potasio y Fósforo, elementos presentes en los agroquímicos. De esta manera, si le das un golpe de estos componentes, pues, lógicamente, la planta reaccionará así.

Otro argumento que utilizan es el que los abonos orgánicos tardan y es cierto porque hay un proceso desde que los toma la planta, la raíz y tarda en convertirse en ese verdor que cualquier quiere para su planta. Entonces, siempre habrá gente con este tipo de argumentos. Sobre todo, de quienes están en la industria de los fertilizantes químicos.

Quienes defienden a los fertilizantes inorgánicos sostienen que la productividad del campo es mucho mayor. Se puede extraer más toneladas por hectárea en ciertos cultivos. Además, cabe precisar que, según el tipo de planta, utiliza más o menos químicos.

No obstante, hoy en día, uno puede buscar tesis, investigaciones, biografía y datos, ya que hay muchos años de experiencia y trabajo con el tema de la agricultura orgánica. Además, hay que recalcar que los productos orgánicos tienen un mercado especial. Se paga entre 30% o 40% más por este tipo de productos. En las ferias ecológicas de nuestro país los consumidores pagan este adicional por huevos de granjas en las que no se han utilizado hormonas y la diferencia se nota: la yema es más amarilla, la clara es más densa, es decir, el producto orgánico se distingue.

Asimismo, en la actualidad, lo que el mercado quiere, son productos orgánicos, sanos y saludables. Después de esta pandemia, lo que busca la gente es que su sistema inmunológico y su salud sean la prioridad. Es así que los consumidores se van dando cuenta que es mejor alimentarse con productos naturales.

Precisamente, por esta razón, es donde cobra importancia la agricultura familiar: los cultivos en techos, balcones, jardines o en el lugar que tu casa te lo permita. Esa microagricultura puede, en algún momento, resolver el déficit alimentario. Por ejemplo, si tienes una familia de cinco personas y cuentas con un pequeño balcón o jardín puedes cultivar lechuga, tomate o pepino. El espacio alcanza y es otra opción. Hay quienes piensan que quizá ese tipo de cultivos no podrían satisfacer las necesidades de una familia, pero sí es aplicable y funcional.

No esperemos que lleguen los fertilizantes desde afuera. Hagamos, de una vez, los compost, el bioabono o lo que sea necesario para la tierra. No debemos pensar en que la llegada de los abonos inorgánicos será la única salida que nos salvará. Tenemos opciones y debemos comenzar ya.

Todo indica que los abonos orgánicos tienen una ventaja sobre los fertilizantes inorgánicos ¿Cuáles son los obstáculos de su implementación?

Creo que el principal factor es la falta de conocimiento. Faltan capacitaciones en el campo para que los agricultores puedan optar por estas alternativas. El mes pasado estuve en Huyro (Cusco), precisamente, en el proyecto que tenemos allá, revisé algunos digestores, vimos el tema de los bioabonos, sacamos muestras para qué componentes tienen, cuánto de Nitrógeno o Fósforo porque nos gustaría ofrecer un buen producto.

Conversando con los agricultores, lo primero que surgió entre ellos es que no conocen estas alternativas. No conocían que de las excretas de los animales se podía convertir en abono. Es decir, hay desconocimiento y falta de capacitación técnica en el campo.

Soy agrónoma y, desde que estaba en la Universidad haciendo mis prácticas, el pedido sigue siendo el mismo: que el conocimiento llegue a las chacras y no se quede en las aulas. Los agrónomos están dispuestos a aprender. Si llegas con una idea que funciona ellos son investigadores empíricos. Rápidamente, se ponen a hacer pruebas, preguntan qué más se le puede agregar, muestran los resultados y van intentando nuevas combinaciones: la chacra es un laboratorio abierto. No obstante, falta conocimiento, capacitaciones, falta ese impulso que se le debería dar al agro, sobre todo hoy, con la crisis que estamos viviendo.

¿Cuál sería el mecanismo para una eficiente distribución de fertilizantes dentro del país?

La distribución debería ser mediante los Gobiernos Regionales. Los Ministerios tienen sus dependencias en cada región y, cada municipio tiene, dentro de su organigrama, una unidad de desarrollo agrario. Entonces, la mejor manera sería mediante ellos. Además, se debería hacer, con anticipación, en caso de no esté hecho ya, un padrón con todos los micro, pequeño y medianos agricultores que van a necesitar esta ayuda por parte del Estado con los fertilizantes.

Todos deben estar mapeados y empadronados porque una cosa es que te digan: “”Yo tengo cinco hectáreas””, pero ¿dónde están? Para saber ese tipo de información hay tecnología que permite georeferenciar las chacras. Si esto se comienza a implementar sería un éxito porque podrían aparecer agricultores fantasmas que consiguen fertilizante gratis o a buen precio y lo revenden después.

Entonces, todos los agricultores deberían estar bien mapeados, georeferenciados y empadronados. Con esta información se sabe cuántas hectáreas tiene cada productor y se hace una mejor distribución. Para esta tarea, las asociaciones de productores pueden ayudar con este proceso validando la identidad de cada uno de sus asociados. De esta manera, conseguir una lista verdadera compuesta por gente que realmente necesita la ayuda.

¿Cuáles son los aportes que se pueden hacer desde la sociedad civil y la comunidad académica para enfrentar esta crisis?

Desde el Grupo de Apoyo al Sector Rural, como es parte de nuestra forma de trabajo, tenemos la investigación y aplicación. Es decir, investigamos, en un primer momento, para, en una segunda etapa, llevar lo aprendido al campo. No nos quedamos en la mera investigación.

Esta manera de trabajo es una responsabilidad y un deber de todas las Facultades y Universidades del país. Debemos hacer esfuerzos para que estas nuevas alternativas de las que venimos hablando se puedan llevar a los agricultores. Es momento para que la academia no solo tenga un rol de observador, sino que se meta con manos y pies al campo para que pueda proporcionar estas alternativas. A pesar de que la PUCP no tenga Ciencias Agrarias estamos nosotros desde el GRUPO PUCP para investigar y proporcionar estas opciones.

La sociedad civil, por otro lado, cumple un rol muy importante. Este es el de brindar apoyo a la agricultura ecológica, familiar y orgánica que se dan en la actualidad. Al inicio de la pandemia muchas familias implementaron cultivos para su familia o le compraban a productores pequeños. Les compraban directamente a los agricultores y ya no a intermediarios que incrementan el precio.

Tratemos, como sociedad civil, de buscar estas conexiones con los productores para poder comprarles los productos directamente a los agricultores. Además, tenemos la seguridad de que serán productos orgánicos, ecológicos y de buena calidad. Es más, en pandemia, los municipios intervinieron es este vínculo. Hacían ferias promocionando a agricultores con el lema de “”Del campo a la olla””. Iniciativas así ayudarían mucho a los pequeños productores.

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