El
taller
Los
talleres estaban compuestos por un promedio de diez fotógrafos
elegidos por sus organizaciones locales: comunidades campesinas,
organizaciones barriales y sindicatos. Estos abarcaban un área
con problemáticas afines.
Los talleres se constituyeron como organizaciones con estructura
propia. Los mismos participantes elegían su directiva y delegados
internos. Con esto se buscaba que la vida y el funcionamiento del
taller dependiera del taller mismo y, que TAFOS se ocupara solo
de brindar capacitación y apoyo, mas no de la toma de decisiones.
Este
funcionamiento tenía como objetivo que los participantes
asuman la tarea de fotografiar, no como una demanda externa, sino
como una necesidad interna en relación a sus problemáticas.
Los talleres funcionaban solos la mayor parte del tiempo con una
o máximo dos reuniones al mes con TAFOS. Es así que
el taller debía tener la capacidad para tomar decisiones
por sí solo.
El
proceso educativo
La metodología
era sencilla, en cada reunión se tomaban dos aspectos: la
capacitación técnica y las tareas de comunicación.
Todo el aprendizaje técnico se hacía a través
de la práctica. Cuando el fotógrafo se incorporaba
al taller recibía una cámara completamente automática
(una Yashica T3 o una Nikon L35-AF), con indicaciones mínimas
sobre encuadre, luz y cambio de película.
El fotógrafo
salía a realizar un registro completamente libre dentro de
su comunidad, entregaba los rollos revelados y puestos en planchas
de contacto para que el taller evaluara los resultados. Allí
se discutía sobre lo buscado por el fotógrafo y lo
efectivamente conseguido en la fotografía. Se iniciaba una
discusión sobre el funcionamiento de la cámara y,
en segundo lugar, se iban abordando los contenidos temáticos
de las fotos. Así el taller comenzaba a trabajar temas sobre
su mundo y su realidad.
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