Evolución Biológica, Arquitectura y Turismo
La humanidad no siempre estuvo tan interconectada como lo está hoy. Las personas vivían en centros urbanos que fueron diseñados con materiales naturales locales y acorde con las condiciones climáticas de la zona. Individualmente, cada centro urbano fue desarrollándose vía prueba y error en un proceso bastante similar a la evolución biológica: las características nuevas que funcionan son mantenidas, y las que no, se abandonan.
Cada lugar es el escenario de miles de años de experiencia que resultan en una combinación muy funcional de materiales de construcción y arquitectura, con una estética que recoge las costumbres e historia local. Esta es la razón por la cual es muy fácil identificar un centro histórico de Japón, Turquía o Inglaterra.
¿Es coincidencia que sean justamente estos los lugares preferidos por los turistas? Según la escala de Beard y Ragheb, la gente que viaja por ocio lo hace motivada por 4 factores principales: intelectual (aprender), social (relaciones interpersonales), maestría (lograr algo) y escape (desconectarse). Tiene sentido pensar que el centro histórico de una ciudad debería satisfacer al menos a la mayoría de estos factores.
Los centros urbanos antiguos no sólo son destinos turísticos populares, sino también un ejemplo de arquitectura y urbanismo sostenible. El Banco Mundial y Naciones Unidas estiman que más del 70% de gases de efecto invernadero generados hoy vienen de ciudades, que albergarán al 68% de la población mundial para el año 2050.
Más del 70% de las emisiones de gases de efecto invernadero globales se dan en el sector energía, la mayoría de estas se originan de transporte y materiales de construcción como el cemento y el acero. Entonces, el cómo se diseñan y se construyen las ciudades tiene un impacto enorme en las emisiones que generan.
Las ciudades modernas son típicamente diseñadas alrededor del auto y no del peatón. Sus materiales de construcción no son locales y requieren mucha energía para su producción y transporte. Su diseño tiende a obligar al habitante a utilizar auto para poder trabajar y satisfacer sus necesidades, generando no solo grandes emisiones por uso de combustible, sino también contaminación sonora, de partículas y accidentes.
En contraste, las ciudades antiguas estaban construidas a escala humana tanto vertical como horizontal, pues no había autos o ascensores. Una persona podía ir a trabajar, satisfacer sus necesidades y subir a su casa a pie. La ciudad funcionaba sin necesidad de las monstruosas cantidades de energía que se consumen hoy. La calle era del peatón, que se reunía con otros en plazas a interactuar, creando comunidad.
La humanidad ya tuvo éxito diseñando sistemas urbanos estéticos, sostenibles, con ambientes saludables, materiales naturales, amigables al peatón. Así que, para encontrarlos, solo debemos seguir al turista.
Jorge Bentin
Docente de la Facultad de Gastronomía, Hotelería y Turismo