De Comunica al Mundo: Anayte Caicho Verástegui en The University of New Mexico
Como sabemos, todos los años los alumnos de las distintas especialidades de nuestra Facultad salen de las aulas de nuestra universidad para vivir una experiencia en el exterior a través al intercambio estudiantil. Ellos tienen la oportunidad de elegir su estadía en distintas universidades del mundo y poder así vivir la comunicación desde otro contexto. Esta vez nosotros buscamos a nuestros cuervos y les pedimos que nos cuenten su viaje.
Hoy te traemos la experiencia de Anayte Caycho Verástegui, alumna de la Especialidad de Artes Escénicas, quien visitó la Universidad de Nuevo México en Estados Unidos.
¡ Irme de intercambio fue la mejor decisión que pude haber tomado !Soy de la especialidad Artes Escénicas en la Facultad de Ciencias y Artes de la Comunicación. La aventura que estoy por contar empezó cuando en agosto del 2013 tomé un vuelo con destino a Albuquerque, New Mexico, US. New Mexico es un estado poco conocido de Estados Unidos y que quizás algunos hayan escuchado hablar de su ciudad, Albuquerque, por la película High School Musical. Bueno, yo viví mi propia película de Hollywood durante los dos semestres que estuve estudiando en The University of New Mexico (UNM), gracias al programa de intercambio de la PUCP.
Uno de los beneficios vivir en Albuquerque y de estudiar en UNM es que todas las personas son increíblemente buenas. No hay persona que no este dispuesta a ayudar, y especialmente a los internacionales. Desde el momento que llegué a la ciudad, me sentí súper acogida. Antes de viajar me había contactado con una familia por medio de la guía de intercambio que brinda UNM, la cual me acogió gratis por 3 días en su casa antes de mudarme a los dormitorios del campus. Me recogieron del aeropuerto, me ayudaron con mis compras y luego con la mudanza al que sería mi nuevo hogar por un semestre (Así es, yo viajé en agosto, pensando volver en diciembre, ingenua yo...). Acostumbrarme a vivir en Albuquerque no fue tan difícil, primero porque es una ciudad tranquila con un cielo HERMOSÍSIMO, y eso me hacía radiar de alegría todas las mañanas. También fue de mucha ayuda que UNM tenga un equipo tan organizado de personas en la Global Education Office. La orientación fue tan buena, que desde antes de empezar clases ya me estaban convenciendo de quedarme un semestre más, con tantas opciones que ofrecían de trabajo e internships. En el campus, la presencia de internacionales es muy fuerte, y conocí a personas de Asia, Europa, Latinoamérica y Medio Oriente, además de los americanos de diferentes Estados. Las actividades y fiestas que se organizaban con todos los internacionales fueron definitivamente una ayuda para acostumbrarme a esa nueva ciudad tan distinta a Lima; los internacionales son siempre aliados, tan perdidos como uno mismo, tan curiosos, tan llenos de sueños, tan humanos, y se vuelven en amigos que sabes que tendrás para toda la vida.
Como mencioné, Albuquerque es muy distinto de Lima. Es una ciudad que no es ruidosa, no es apurada, no está congestionada de carros y se puede caminar tranquilo(a) de noche con pocas luces en la calle sin miedo a que alguien aparezca por una esquina y te robe (aunque internamente el subconsciente limeño este alerta y a la espera de mecharse con un ratero para que por lo menos te deje los documentos). Definitivamente no es difícil acostumbrarse a una ciudad tan amigable; pero yo diría que sí llegué a extrañar en algún momento a mi combi súper rápida que aparecía cada minuto en el paradero. Por eso, a lo que más me costó acostumbrarme fue a la forma de transporte: los buses con horarios fijos, tener que caminar hasta el paradero a la hora exacta, o sino esperar al siguiente bus sentada en la banca (lo bueno es que algunos paraderos tenían música), tener que bajar en un paradero que esta como a 6 cuadras del lugar al que tienes que ir (6 cuadras americanas.. osea gigantes), pero tener que bajar ahí si o si, porque es el único que te deja alrededor del lugar al que quieres llegar; tener que caminar por veredas un poco angostas porque no están diseñadas para que transite mucha gente, porque los únicos que caminan por las calles de Albuquerque suelen ser internacionales sin carro o los homeless; todos los demás tienen carro o un amigo con carro. Yo al inicio me sentía muy sola caminando por las calles, pero luego empecé a ver el lado amable, y así los conductores se ganaban con una peruana bailando por las calles, el sol de Albuquerque alegraba tanto que simplemente no había forma posible de sentirse triste o en soledad.
En cuanto a lo académico, UNM es una universidad muy práctica, las clases duran tan corto como 50 minutos y algunas duran hasta 2 horas, lo que para un alumno de la PUCP no es nada. El trabajo que se hace en clase es directo, preciso, estratégico, no hay forma de aburrirse, porque la información es tan concreta y con cero floro, que tienes una hora de clase completamente interiorizada. Mis clases eran más prácticas, pues llevé Teatro Musical, técnicas de voz, dicción para cantantes, Baile de Salón, Jazz dance, teoría musical y pilates; yo estaba pasando el mejor momento de mi vida. Lo que me pareció interesante como comunicadora es descubrir cómo las relaciones humanas abren las puertas a nuevas oportunidades. Si bien eso es algo que ya nos hayan enseñado antes a nosotros como comunicadores, no fue hasta estar en el intercambio que lo pude vivir de verdad. UNM da lo necesario indispensable en una clase y el resto es trabajo del alumno en sus horarios libres. Hay mucha vida en el campus además de las clases, muchos eventos sociales y ferias a donde se debe ir si se quiere hacer nuevos contactos. Los profesores también son personas muy cercanas que preparan al alumno para el mundo profesional, impulsan, motivan y serán severos si es necesario, como lo sería un jefe/líder en el mundo laboral.
Foto: Anayte Caicho
Siento que el intercambio estudiantil me ha ayudado a crecer en lo personal y en lo profesional; no sólo tengo una mentalidad más abierta sobre el mundo y se me cayeron los prejuicios sobre personas de diferentes nacionalidades, distintas a mí, pero al mismo tiempo tan iguales; sino que también, gracias al trato con estas personas, he desarrollado más fluidez en conversaciones donde existe un tema sobre el que no se opina lo mismo y he aprendido a respetar aún más estas distintas opiniones. Por otro lado, la puntualidad es algo muy importante que llegué a hacer propio y traje conmigo a Lima, pues por respeto me parece apropiado no malgastar el tiempo de otras personas. Como comunicadora y como artista escénica, he aprendido a no tener miedo a ser yo misma y defender mis opiniones, pues en Estados Unidos, si callas no logras nada, y como todos quieren ser alguien importante, se siente una presencia grande de competitividad, así que más vale hacerse escuchar porque sino, te atrasan.
Retomando mi experiencia como alumna de intercambio en UNM, ya para finalizar, quiero compartir el amor profundo que desarrollé por esa universidad que me inspiró a ser y hacer más. La semana previa a finales en diciembre del 2013, decidí que aún no era tiempo de volver a Lima, que tanto UNM como yo teníamos más que dar, y extendí el programa de intercambio por un semestre más, por lo que terminé quedándome 10 meses en ese país que para muchos parece tan lejano. Newsflash: El esfuerzo y dedicación te llevarán lejos, así que ve ahorrando porque Estados Unidos, o Europa, o Asia, u otros países latinoamericanos, no están tan lejos, y las personas a dónde quiera que vayas son personas tan reales como tu y yo, y de cada una se aprende algo nuevo y enriquecedor. Yo decidí salir de mi burbuja limeña para ampliar mis horizontes y en el camino aprendí a querer más a la Lima panza de burro en la que me caí, lloré, salté de emoción, y luego extrañé, y que siempre compartía con orgullo a mis amigos internacionales. Lo mejor de viajar es que no sólo se aprende a amar un nuevo país y una nueva ciudad, sino que se descubre un nuevo amor por la patria a la que siempre se va a querer volver para compartir lo aprendido.
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