A solo una hora y media al sur de Lima, entre redes de pesca y paseos en bote, florece una experiencia pedagógica que ha enlazado a la universidad con la comunidad: Surcando Mares. Este proyecto, originado en el distrito pesquero de Pucusana, articula saberes académicos y comunitarios en un vínculo que trasciende el aula.
Lo que comenzó como una investigación sobre diversidades culturales en cuatro localidades del Perú evolucionó hacia PUCU-PUCP, una propuesta de formación universitaria con enfoque territorial.
“El proyecto nació desde el grupo de investigación ‘Gestión de la Diversidad’, luego de explorar distintas formas de vida en Chincha, Pucallpa, Ayacucho y Pucusana. En este último caso, vimos que el turismo y la pesca eran sus principales actividades económicas”, explica Miguel Villaseca, docente de la Facultad de Gestión y líder del proyecto.
Hace casi cuatro años, una reunión virtual marcó el inicio de este camino compartido. “Fue algo muy espontáneo. Al ver las oportunidades, surgió la idea de articularlo con cursos que requerían vinculación con organizaciones. Fue una forma de asumir la responsabilidad social universitaria desde nuestras propias aulas”, añade Villaseca.
Desde entonces, se han desarrollado capacitaciones especializadas para emprendedores locales en temas como marketing, finanzas básicas y redes sociales, además de talleres escolares enfocados en promover la identidad local desde la infancia y fortalecer los lazos intergeneracionales. Estas acciones se materializaron en eventos significativos como La PUCP toma la playa, una jornada de talleres artísticos y culturales al aire libre, y PUCU toma la PUCP, que permitió a emprendedores de Pucusana visitar el campus universitario para compartir sus saberes y exhibir sus productos.
Los aprendizajes y vivencias acumulados en esta experiencia de trabajo conjunto entre universidad y comunidad dieron lugar al libro Surcando Mares, una publicación que recoge las memorias, saberes y transformaciones que han marcado la historia reciente de Pucusana.
Un viaje desde la empatía
El primer viaje a Pucusana fue en plena pandemia, en 2021. Profesores como Rosa Guimaray, del curso Plan de Marketing, se sumaron desde los inicios. “A mí me gusta trabajar en campo con mis alumnos. Me motiva verlos salir al entorno, sensibilizarse con lo que vive nuestra sociedad”, cuenta.
La motivación inicial del proyecto fue investigar cómo la diversidad influye en actividades locales como la pesca y el turismo, pero también generar una intervención que mejore la calidad de vida de los habitantes mediante la gestión sostenible del turismo.
A través de un fondo de innovación docente y el apoyo de la facultad, sus estudiantes han elaborado planes de marketing para diversos negocios locales. “Los alumnos desarrollaron conciencia ciudadana y salieron de su zona de confort. Se comprometieron tanto que todos los domingos viajábamos a Pucusana para conocer de cerca la dinámica social y comercial del lugar”, recuerda.
Formación con sentido
Más que una práctica académica, el proyecto PucuPUCP se ha consolidado como un modelo pedagógico que articula arte, educación y gestión. “La arte-educación fue nuestra principal herramienta metodológica. Nos permitió trabajar desde la sensibilidad cultural, reconociendo a los artistas locales —pintores de botes, tejedores de redes de pesca— como agentes culturales con saberes valiosos”, sostiene Villaseca.
Como parte de sus acciones, se brindaron talleres y asesorías en gestión y sostenibilidad, beneficiando a más de 150 actores locales. El trabajo articulado incluyó a asociaciones de botes como “Los Delfines”, “Lobos de Mar” y “Muelle Chico”; hospedajes como el hotel “Salón Blanco” y el “Hospedaje 717”; y una variedad de restaurantes del distrito como “El Sol”, “Deli Zumos”, “Peje Blanco”, “La Cabaña de Nelly”, “Jhonny I”, “Jhonny II” y “Los Reyes”.
También participaron huariques tradicionales como “Adonay”, “Juanita”, “Enrique”, “El Especialista” y “El Pececito de Oro”. Además, se trabajó directamente con pescadores artesanales y con varias ollas comunes de la zona, entre ellas “Victoria Peña”, “Nuevo Mundo”, “Virgen del Carmen”, “Virgen de las Mercedes”, “Sarita del Perú”, “Héroes de la Independencia” y “Víctor Eloy Espinoza Peña”.
La estudiante Catalina Reynaga, del curso de Retos de Gestión Sostenible, recuerda con entusiasmo su experiencia: “Nos asignaron trabajar con el restaurante Peje Blanco. Más allá de una asesoría, fue una conexión real con la comunidad. Buscamos resaltar su identidad cultural dentro del negocio”. El trabajo incluyó entrevistas con empresarios y paseos por la bahía. “Aprendí a hacer entrevistas de verdad, no solo siguiendo pautas, sino adaptándome al otro, leyendo gestos, conectando desde lo humano”, recuerda.
Para la profesora Guimaray, esta experiencia transforma también a los estudiantes: “Pucusana es un distrito con muchas carencias, pero también con muchísimo potencial turístico. Enfrentarse a esa realidad les dio otro enfoque sobre el marketing, la gestión y su propio rol como profesionales”.
Transformación en el territorio
El impacto no se quedó en el aula. Para Simón Rojas, miembro de Escape y coautor del libro Surcando Mares, el proyecto ha generado cambios concretos en el distrito: “Muchos negocios que antes no usaban redes sociales ni conocían su flujo de caja, hoy aplican herramientas básicas de gestión. Se han asociado, han formalizado sus servicios y ven su trabajo con más orgullo”.
Además, se fortaleció la oferta turística del distrito, impulsando prácticas sostenibles y comunitarias, y se mejoraron los planes de marketing de los negocios, quienes ahora cuentan con una mirada más estratégica de su identidad, servicios y público objetivo. “Lo que buscamos ahora es transferir esta metodología a más docentes, especialmente a quienes viven en zonas alejadas. Apostamos por una pedagogía activa, transformadora y conectada con el territorio”, comenta Villaseca.
Este impacto va más allá de la gestión y la economía; la transformación también ha sido simbólica. “Verse en un libro, ver tu foto, tu historia, tu voz impresa… motiva. La gente en Pucusana ahora quiere participar más. Quieren estar en el próximo libro”, añade Rojas.
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Surcando Mares es un recordatorio de que la universidad puede, y debe, salir de sus muros. El trabajo comenzó con 13 docentes y 11 cursos de las Facultades de Gestión y Alta Dirección, y Hotelería y Turismo, pero con el tiempo se sumaron hasta 14 facultades más, incluyendo Artes Escénicas, Ciencias y Artes de la Comunicación, Ciencias Sociales, y Arquitectura y Urbanismo. “Acortar las brechas entre la academia y la realidad no es un lujo, es una necesidad”, reflexiona Simón.