15/05/2020 Noticias
A propósito de la reacción en la prensa nacional ante la difusión del video Los Castellanos del Perú en el programa Aprendo en Casa del Ministerio de Educación, los docentes de la sección de Lingüística de la Pontificia Universidad Católica del Perú queremos manifestar lo siguiente.
1. El video (que puede ser consultado aquí: www.pucp.edu.pe/VuMMho) es una producción del año 2004, financiada por la Cooperación Alemana al Desarrollo (y su antiguo programa ProEduca GTZ) en convenio con el Ministerio de Educación. En los 16 años que ya tiene en circulación, ha sido empleado por múltiples instituciones educativas, tanto de educación básica como superior, para ilustrar la multiplicidad de la situación lingüística del país, en particular, las variadas características del castellano en distintas partes y comunidades del territorio nacional. El video tiene como finalidad primordial advertir contra el prejuicio lingüístico que jerarquiza, sin ninguna razón válida, unas variedades sobre otras.
2. Que todas las lenguas y sus variedades sirven con la misma eficacia a todas las necesidades del pensamiento humano, y que, por lo tanto, son enteramente equivalentes desde el punto de vista científico, es uno de los descubrimientos fundamentales de la ciencia del lenguaje, desde hace ya un siglo. No existe ningún criterio razonable para jerarquizar ni lenguas ni variedades. El castellano no es mejor ni peor que el quechua. El castellano de Iquitos no es mejor ni peor que el de Lima. Todas las personas usamos gramáticas de equivalente complejidad, aunque estas sean diferentes en sus características particulares.
3. El castellano ha estado en contacto con las lenguas andinas y amazónicas desde hace 500 años; durante ese tiempo, ha adquirido múltiples palabras y propiedades provenientes de esas otras lenguas peruanas, lo que ha resultado en una variedad de castellanos en distintas regiones y grupos sociales a lo largo y ancho del país. Lamentablemente, esas diferencias se han empleado para discriminar a sus usuarios, no solo burlándose de ellos sino privándolos de oportunidades de educación y de trabajo. Corresponde a los especialistas en el lenguaje, y a cualquier ciudadano responsable, denunciar la irracionalidad de esas actitudes discriminatorias.
4. La Real Academia Española (RAE) es una institución muy seria, dedicada a estudiar y documentar la frondosa variedad del español. Trabaja, ya desde hace medio siglo, en estrecha coordinación con sus pares en el mundo hispanoamericano, para identificar y registrar los diferentes estados que va adoptando la lengua en las distintas comunidades de habla hispana. Estudia, por así decirlo, los diferentes castellanos que hablamos y escribimos los cuatrocientos millones de hispanohablantes. No avala ni promueve la discriminación contra ninguna variedad. Es más, busca entender el español como un idioma “diverso pero unido”, en donde los criterios de unidad tengan “un carácter policéntrico”, como explícitamente se dice en sus documentos normativos —los que están genuinamente interesados en el trabajo de la RAE pueden revisar, entre otros, la Nueva Gramática de la Lengua Española (2009). Esta institución no puede, pues, ser invocada para justificar ninguna discriminación.
5. Las necesidades de la comunicación precisa y confiable fuerzan naturalmente la aparición de variedades estándares de las lenguas, pero incluso estas no son uniformes ni dependen de un solo centro, como bien dice la RAE. Ni tampoco son las variedades estándares mejores ni peores que sus contrapartes no estándares. Simplemente sirven a diferentes circuitos de comunicación. Así como nadie iría en terno a la playa, ni se presentaría en ropa de baño ante un juzgado, así tampoco son consideradas aceptables ciertas formas lingüísticas en ciertos contextos, pero nada inherentemente correcto o incorrecto hay en ellas, así como el terno o la ropa de baño no son inherentemente correctos o incorrectos.
6. La dinámica entre lo que es aceptable o no aceptable en cada contexto comunicativo está sujeta, como cualquiera de nuestras actividades, a las pulsiones que intermedian todas las relaciones humanas: la ganancia de prestigio, la protección de un interés, la cooperación por una meta común, y por supuesto, la búsqueda y mantenimiento del poder. Negar que las relaciones humanas están atravesadas por relaciones de poder es como negar que la Tierra gira alrededor del Sol o que los virus son peligrosos para la salud. Y es también obvio que ciertos grupos y personas ejercen más poder que otros, y eso significa que tienen más capacidad para hacer que sus gustos, sus costumbres y sus formas de usar la lengua sean más aceptables en un mayor número de contextos. Por eso es que el estándar se construye a partir de los usos lingüísticos de los grupos con más poder y prestigio. Esto es un lugar común, que no tendría por qué provocar ningún escándalo. No se necesita ser ni de izquierda ni de derecha ni de centro para identificar ese simple hecho de la realidad.
7. Como lingüistas, respaldamos los puntos centrales del video Los Castellanos del Perú, y hacemos nuestra su invocación a detener las prácticas discriminatorias contra las diferentes variedades del castellano y de todas las lenguas peruanas. Rechazamos tajantemente los insultos de los que han sido víctimas los colegas que participaron en él, algunos de los cuales son investigadores de mucho prestigio nacional e internacional, y hasta miembros de la Academia Peruana de la Lengua. Invocamos al periodismo nacional a ejercer un verdadero liderazgo de opinión, argumentando sus diferencias no con la descalificación fácil e injuriosa sino en el diálogo respetuoso, constructivo y bien informado.
8. En esta hora de crisis, en efecto, debemos permanecer unidos para asegurar que el país salga lo más pronto posible de esta prueba. Pero la unidad se logra con la verdad y con el respeto mutuo. No tiene sentido fingir que simplemente no existen las diferencias de poder, de prestigio, de oportunidades. No es un aporte a la unidad el insulto, la falsedad, la calumnia o el “terruqueo”. No contribuye con la unidad el discriminar las otras lenguas o las otras variedades de castellano. En el Perú hay 49 lenguas originarias (48 orales y una de señas), además de múltiples variedades de castellano. Todas ellas requieren ser respetadas y valoradas para poder constituir un país unido y fuerte.
Lima, 12 de mayo del 2020
Docentes de la Sección de Lingüística de la Pontificia Universidad Católica del Perú
Los catellanos del perú
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