Gina Maldonado Rocha es nuestra #SedePUCP en el mundo de la Gestión Social. Gracias a su paso por distintas áreas del sector, tales como emprendimiento, género, educación y más, contribuyó en el desarrollo de proyectos e iniciativas innovadoras que actualmente impactan positivamente en la sociedad, un granito de arena de un #TalentoGestiónPUCP que hoy se desempeña como Consultora Internacional de Políticas de Programas del Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas, y sigue cambiando vidas. Esta es su historia.
¿Qué recuerdos tienes de tu etapa universitaria?
Lo primero que viene a mi mente son mis amigos. Mi grupo era súper estudioso y nos contagiábamos de eso, había una pequeña y sana competencia. También, tengo bonitos recuerdos de profesores que, de alguna manera, me marcaron. Creo que, en general, fue una etapa de autodescubrimiento. Yo postulé a la PUCP, como muchos a esa edad, sin saber bien qué quería hacer, y los cursos, lo que leía y los casos que veía en clase, me fueron guiando, y cada vez me convencía más que quería dedicarme a gestión social. Fue muy especial pasar por ese proceso de conocerme como estudiante y futura profesional.
¿Cuál fue tu lugar favorito del campus?
Si era para estar con amigos, las cafeterías o entre los pabellones H y Z. Y, para estudiar, el sótano 1 de la biblioteca central. Me gustaba sentarme siempre en la misma mesa, el mismo lugar, de alguna manera, esa era mi forma de crear hábito de lectura y me sentía muy cómoda, tenía la fotocopiadora al lado, era tranquilo y poco recurrido. Otro lugar que me gustaba mucho era en los alrededores de la Facultad de Arte, mi hermana estudió ahí diseño industrial y por unos años pudimos coincidir en la universidad. Su facultad me daba esa sensación de hogar, porque la tenía cerca, y creo que también me gustaba porque veía lo diferente que podía ser una carrera de otra; en el campus encuentras gente muy hábil con diferentes talentos.
¿Qué cursos o profesores de Gestión recuerdas más?
El curso “Gestión de Organizaciones”, que es el introductorio que se llevaba en Estudios Generales Letras. Ese curso me ayudó a confirmar que quería continuar estudiando gestión. Me acuerdo también de “Desarrollo Humano”, que era parte de una diplomatura y que como parte de la integración vertical, se podía llevar estando en pregrado. También me marcaron: “Diseño, Análisis y Evaluación de Políticas Públicas”, “Organizaciones de la Sociedad Civil”, “Fundamentos del Derecho”, “Desarrollo y Responsabilidad Social”, “Marco Jurídico Institucional”, “Movilización de Recursos y Recaudación de Fondos”. Todos estos cursos estaban muy enfocados en la gestión social y me fascinaron. La verdad, me gustaba estudiar.
Y sí, también recuerdo con mucho cariño a varios profesores, Guiselle, Paloma, Mónica, Martín, Levy, Marta, Mayen, William, Jorge, uff muchos… con algunos pude trabajar después de egresar e incluso me han apoyado como mentores a lo largo de mi carrera. Tengo lindos recuerdos.
¿Tuviste algún momento divertido en la Facultad de Gestión?
¡Claro que sí! ¡Demasiados! Se me ocurren muchos que de solo pensarlos me hacen reír. La vida universitaria es única y te marca, y creo que la pasamos bien, mis amigos, profesores, muchas anécdotas…
¿En qué proyectos has participado? Cuéntanos tu motivación para realizarlos
Desde 2013 empecé a incursionar en proyectos de desarrollo en beneficio de mujeres emprendedoras. Me gustó la idea de ese “punto de encuentro” entre gestión empresarial y gestión social; a ver más allá de las iniciativas de responsabilidad social empresarial que no me llamaban mucho la atención; a pensar en diferentes modelos de desarrollo siempre con la mira puesta en apoyar a personas que más necesitan. Sobre el empoderamiento, me motiva pensar que podemos ayudar a las mujeres a no depender, a realizarse, a decidir por ellas mismas. Los negocios nacen por muchos motivos, pero el factor común que encuentro en todas las mujeres que he podido conocer en estos proyectos es, precisamente, la lucha por esa autonomía económica.
¿Has sido parte de organizaciones que empoderan a las mujeres? ¿Cómo ha sido tu experiencia?
Sí, he participado en iniciativas de fomento del empoderamiento de la mujer (incluso niñas) desde diferentes organizaciones como USAID, BID, Banco Forjadores, Wakami, 60million girls, Produce, entre otras. Hoy en día, tengo la oportunidad de dirigir “Escala”, una escuela de negocios para mujeres empresarias de poblaciones vulnerables que, a la fecha, tiene más de mil estudiantes y graduados en Perú y México. Cada experiencia ha sido única, por supuesto. Creo que pensar en para quiénes trabajo es lo que me mantiene a flote y andando; estoy convencida de que siempre hay formas de mejorar cada intervención social, trabajando en coordinación con otras organizaciones (no en silos como suele pasar en el ámbito de desarrollo), generando evidencia para mejorar la toma de decisiones y, sobre todo, poniendo en el centro de todo proceso a la persona o comunidad con la que se trabaja.
Cuéntanos un poco de tu trayectoria profesional.
Los últimos 10 años he trabajado en proyectos de gestión social, desde el ámbito privado y público; en emprendimiento, igualdad de género, innovación, ciudades inteligentes, educación, entre otros. Mi carrera me ha permitido tener muchas opciones de dónde y cómo poder trabajar; desde ser voluntaria a tener mi propia ONG. He podido trabajar en otros países y conocer distintas realidades; esa oportunidad de ampliar tus horizontes es lo que más me gusta de mi profesión.
Ahora estoy en un nuevo entorno, algo que siempre tuve como meta probar en algún momento de mi vida. Trabajo para las Naciones Unidas, en específico, para la Oficina Regional del Programa Mundial de Alimentos (PMA) para América Latina y el Caribe. Es algo diferente a lo que usualmente hago y a una escala mucho mayor, el PMA es la organización humanitaria más grande del mundo, creo que tiene récord Guinness por eso. Es un referente logístico muy importante; tiene llegada a lugares muy remotos y no solo entrega comida, tiene hubs de innovación, integra diferentes ejes temáticos en sus programas, cambio climático, género, preparación y respuesta ante emergencias, etc. ¡Es increíble todo lo que se hace!
Actualmente, trabajo en políticas de programas, apoyando en el proceso de diseño y revisión de los planes estratégicos de país de los 13 países de la región, incluyendo Perú. Después de mi Maestría en Políticas Públicas, esta experiencia me está ayudando a continuar en el curso de la gestión social desde una mirada más estratégica que te obliga a repensar lo que has visto en terreno y, viceversa, la experiencia en campo o en una operación a menor escala, te permite también ofrecer una perspectiva que aporta a las políticas de programas.
¿Qué piensas de la frase «donde hay alguien de la PUCP hay una sede»?
Que siempre te van a reconocer como estudiante de la PUCP. Yo lo puedo notar en la rigurosidad para escribir, la metodología, la organización; son detalles que en el día a día importan. Hace poco, por ejemplo, estaba revisando un documento de alguien que puso hasta el punto y coma, una bibliografía completa, las citas y todo muy bien hecho, y de broma le digo a mi colega “debe ser de la cato” y, efectivamente, lo era (jajaja).
¿Qué sientes de ser una #SedePUCP?
Es bastante halagador y estoy muy agradecida. Siento que hay muchas ideas de lo que significa egresar de la Universidad Católica, pero con la que yo me quedo y la que me gusta compartir es que estudiar en la PUCP es como conocer el Perú en miniatura. Hay gente de todo lado, con diferentes formas de pensar, con mucha libertad de opinión y donde encuentras gran diversidad de talento.