19/07/2021
Por: Andrea Calderón y Aracely Mejía
Isai Sanancino es un docente shipibo-konibo que educa activamente a niños y jóvenes con un enfoque intercultural bilingüe. A través de sus experiencias durante la pandemia, nos relata los retos que tuvo que enfrentar para ayudar a las comunidades rurales, empobrecidas y olvidadas por el Estado peruano. Él reflexiona sobre las limitaciones que existen en la estructura estatal y que fueron muy notorias en la pandemia, concluyendo que estrategias educativas como “Aprendo en casa” deberían tener un marco inclusivo para los niños y jóvenes amazónicos, andinos y de diversos orígenes étnicos, y no solo para aquellos que viven en las zonas urbanas.
—En 2020 llegó la pandemia afectando a todos los ciudadanos. ¿Qué es lo que se ha venido haciendo en su comunidad para combatir con la pandemia?
—Desde el inicio de la pandemia, las comunidades rurales fueron abandonadas por el Estado, autoridades locales y demás entidades. Los establecimientos de salud estuvieron desabastecidos, pues los trabajadores se retiraron del puesto de trabajo dejando a la comunidad totalmente vulnerable, no había quiénes atiendan en el sector salud. A partir de esto, se han generado muchos colectivos de jóvenes voluntarios para ayudar a las personas más vulnerables de las comunid
ades; uno de estos grupos es el “Comando Matico”. Actualmente, se ha restablecido la atención médica y se está implementando dos cosas: la medicina occidental y el uso de las plantas medicinales. Así, las personas sin recursos económicos puedan comprar un antibiótico y solventar con pastillas. Se ha querido buscar aliados para que este grupo de jóvenes puedan implementarse, pero los gobiernos regionales y municipalidades se han negado a apoyar. A pesar de todo, la población se ha levantado para luchar sin apoyo del Estado. Muchos jóvenes y personas mayores que conocen de plantas medicinales se han unido para enfrentar este virus; pues, desde nuestra percepción la medicina tradicional debe ir de la mano de la convencional.
— En la educación se implementó la herramienta Aprendo en casa, ¿funcionó en los alumnos de su comunidad?, ¿se desarrolló el enfoque de identidad intercultural bilingüe?
—Si hablamos de educación, hablamos de algo muy lamentable. Lo digo así porque yo lo veo y percibo. Esta estrategia de “Aprendo en casa”, en las comunidades nativas e instituciones rurales, no funcionó. Habrá funcionado un 20%, ante ello, ¿Qué hicimos como docentes? El año pasado me tocó trabajar en una zona rural, sin conexión: ni internet, ni telefonía, ni televisión, absolutamente nada; no podía entablar un diálogo con las autoridades de la jurisdicción. La institución, la comunidad y los padres no estaban contextualizados ni preparados para estas clases virtuales. Todos tenemos derecho a la educación, pero ese derecho fue vulnerado completamente. Algunos docentes fueron contagiados del virus, y, lamentablemente, “Aprendo en casa” no funcionó como debe ser. Tuve que capacitar a los padres de familias, estudiantes, autoridades y a mis colegas. Había una necesidad grande, los docentes desconocían de herramientas como Google Meets o Zoom; a pesar de que venían usándose por muchos años. Además de las clases virtuales, se preparaban materiales como audios en la misma lengua de los estudiantes. Entre llevar el material, la resolución de ejercicios, devolución de evidencias y realizar el informe, pasa un mes. No todos los padres y niños cumplían con el trabajo que se mandaba y tuve que viajar porque quería conocer la realidad. ¿En qué condición se encuentran los niños?, ¿en qué condición se
encuentra la institución educativa?, y, ¿en qué condición se encuentra la comunidad? Esa era mi preocupación. Yo ya tengo mi trabajo y tengo derecho a tener mi trabajo, pero debo pensar que los estudiantes también tienen derecho a una educación de calidad, a pesar de la pandemia, a pesar de la crisis. Ellos necesitan un agente educador de soporte dentro de la institución y comunidad. Así vi la realidad: no habían llegado los materiales, no había llegado ningún comunicado ni mensaje que yo había mandado. ¿Cómo iba hacer el reporte semanal AGP con la dirección regional de educación? Ese fue el panorama de la educación a distancia. Se tuvo que plantear un proyecto de recuperación, de estrategia semipresencial. Este año también se implementó “Aprendo en casa” y no digo que esté mal, pero debe contextualizarse a la situación real de las instituciones educativas. “Aprendo en casa” no debe ser solo para los niños urbanos, tenemos niños rurales de la Amazonía y en la zona andina. Hay que pensar en eso y llevar la propuesta para mejorar y así sea más efectivo en los estudiantes.
—Se han construido imaginarios negativos, sobre la Amazonía y sus comunidades, que desembocan en el racismo. ¿De qué manera esto influye en la calidad de vida de los ciudadanos y sus derechos?, ¿Cómo estas diferenciaciones son percibidas por los ciudadanos de su comunidad?
—Este tema es muy preocupante para mí. Nosotros vemos las cosas de distinta manera. Yo soy shipibo, pero eso no significa que voy a rechazar a la otra etnia, no; eso en nuestro mundo no existe. Para nosotros, el buen vivir no es despreciar al otro, sino vivir en paz, en armonía con mi familia, con la autoridad, sin juicios ni discriminación. Sin embargo, si yo voy afuera, si salgo de mi comunidad y me pongo este polo de shipibo, ¿Qué me van a decir?, ¿Qué consecuencias voy a tener? Discriminación, desprecio, voy a ser un payaso en la sociedad. Esto me da mucho coraje, pero la sangre de mi cultura corre por mis venas y eso lo voy a llevar en alto. Yo también he vivido la discriminación en carne propia y estoy orgulloso de haber nacido dentro de esta cultura. Ahora, ¿de qué manera podemos tratar de borrar esos estereotipos y cambiar la forma de pensar? A través de la educación. Mis padres me inculcaron valores para ser buena persona: respeto, reciprocidad, ayudar al otro cuando más lo necesita, dar mi hombro para que esa persona pueda tener la fortaleza de levantarse y continuar con su vida. De esa manera, nosotros podemos cambiar un poco y quitar el estigma. Estamos en el Bicentenario y ese “chip” no cambia, pero ya debería. ¿Desde dónde? Desde la familia, desde nuestro hogar; porque de ahí salen los valores, de allí nace la educación. Para vivir en democracia yo tengo que respetar la forma de pensar de Andrea y Aracely, su forma de actuar, de vivir. De esa manera, se cultiva la democracia; al escucharnos entre todos saldrá al menos una idea para bien, seguir adelante y llevarla a cabo, que no quede en palabras. Y, como joven, profesional, como un shipibo, esta lucha no es de uno, esta lucha es de todos. Si solo yo lucho, va a haber cambio en mí, pero, ¿con las otras personas?, ¿con los jóvenes que están formándose?, ¿con los señores, autoridades que nos representan? ¿Ustedes creen que cultivan la democracia?, ¿tienen respeto a sí mismos, a su familia, al país, a la población, a las comunidades? Esto es para pensar y así hacer un gran cambio en este Bicentenario. Y yo, y otros más podemos hacer un gran cambio. Porque somos jóvenes de grandes luchadores, jóvenes que dicen “¡yo sí puedo! ¡Yo puedo luchar por mi pueblo!”. Al igual, yo digo aquí “yo puedo luchar por mi familia, yo puedo luchar por mi pueblo, yo puedo luchar por mi país”.
— Bueno, pasaremos al tema cultural. ¿Cómo se comparten sus costumbres en su comunidad?, ¿Cómo son transmitidas a las nuevas generaciones? Y, ¿de qué manera estas manifestaciones culturales se insertan en la cultura peruana?
— Yo soy un shipibo-konibo que practica mucho los valores ancestrales de nuestra cultura: la forma de hablar, la forma de pensar. Yo no pienso solo, yo pienso en la otra persona. Si me falta algo yo tengo que buscar a sabios para que me den un consejo, sobre cómo eran nuestros abuelos y abuelas, cómo era la formación y los valores dentro de la familia; el conocimiento se transmite a través de las prácticas y los consejos. Nuestros abuelos, nos aconsejan en las madrugadas; y si yo soy una persona que reflexiona, que quiere ver un cambio también en mí y en otras personas, tengo que tomarlos en cuenta. Y, ¿Cómo esto se inserta dentro de la cultura occidental? A través de la gestión del programa de Educación Intercultural Bilingüe, por el que se han elaborado materiales didácticos en lenguas indígenas. Mediante este programa se está insertando los valores y costumbres. Y esto, como docentes, como ciudadanos, tenemos que fortalecerlo para que los estudiantes también tengan conocimiento. Muchas veces pensamos que enseñar en lengua originaria es retrasar al estudiante. No, así no es. Tenemos que ver la equidad de la educación. Si mi cultura es importante, también aquella cultura tiene que ser importante. Si la enseñanza del castellano como segunda lengua es importante, también la enseñanza en lengua originaria tiene que ser importante. Así, se están insertando estos conocimientos y esta cosmovisión dentro de la propia cultura. Por ende, los estudiantes, docentes y la ciudadanía de nuestra localidad somos conscientes y tenemos que brindar información para difundir nuestra cultura; actualmente hay organizaciones que fomentan la cultura de las comunidades.
—Ya que estamos hablando sobre la transmisión de conocimientos, ¿Cómo un ciudadano ajeno a su cultura podría comprenderla?, ¿en qué consisten sus derechos ancestrales?
—Si quieren entender el mundo de una cultura, ya sea Shipiba, Quechua, Aymara, etc. tienen que convivir dentro de la cultura, con la comunidad; vivir, vestirse, pensar, actuar, trabajar como ellos; ser parte de… De lo contrario, si yo me encierro en mi núcleo, voy a rebotar; ya que mi forma de pensar no coincide con la de ellos. Por ejemplo, nuestra costumbre es teñirnos el cuerpo con wituk, utilizar nuestro cushma, usar diseños en el rostro, las mujeres llevan un adorno insertado en el rostro; también, había prácticas para aplanar la frente. Asimismo, los rituales para operar y retirar el clítoris a la mujer, durante la pubertad. Desde afuera, esta última práctica puede ser criticada, hasta yo mismo lo he hecho; no obstante, al conversar sobre el tema, pude entender el por qué de estas prácticas. Finalmente, son parte de nuestros derechos ancestrales: nuestras tierras, artesanías y prácticas como el ritual de la ayahuasca. La cultura, las costumbres, la cosmovisión, la forma de vivir de una comunidad; todo esto son nuestros derechos ancestrales.
—Para usted como peruano y docente, y con respecto a su comunidad, ¿Qué prioridades deberían haberse atendido y deben atenderse, teniendo en cuenta que ya son 200 años de Independencia?
—Cambiar nuestra forma de pensar. Si no lo hacemos, no vamos a llegar a ningún acuerdo. Debemos practicar los valores y respetar la democracia. ¿Para qué hablar de democracia si no la ponemos en práctica, entonces, estamos hablando al aire? Debemos enfocarnos en la educación. Si no ponemos mano dura, tendremos ciudadanos que no respetan las leyes ni valores; ciudadanos inconscientes de sus acciones. Si solamente vemos por nosotros mismos, ¿de qué hablamos?, ¿de qué manera estoy aportando en la sociedad?, ¿Cuál es mi rol en la sociedad y en mi comunidad? Decimos: “en el Bicentenario tenemos que cambiar la Constitución”. Esa es solo son letras sobre papel; lo que manda es la ciudadanía, ¿de qué nos sirve cambiar la Constitución, si la ciudadanía y la sociedad siguen igual?
—¿Considera que la comunidad Shipibo-konibo, está incluida dentro de las prioridades del Estado frente al Bicentenario?
—No. Existen los derechos de los pueblos indígenas, pero estos no se respetan desde hace muchos años. Las propuestas de los candidatos no consideran a las comunidades nativas, ¿cuándo se ha visto que digan “vamos a mejorar las condiciones básicas de los pueblos indígenas”? Solo hablan de la economía, política, corrupción, cambio de Constitución, de los bonos, ¿Quién va a dar esos bonos? ¿de dónde va a salir?, y, ¿acaso los pueblos originarios y sus familias se van a beneficiar al 100% con ese bono? Considero que no, desde mi experiencia, el año pasado, cuando salieron los bonos muchas de las familias con las peores condiciones económicas y de salud no tenían ese bono. No involucran a la ciudadanía de las comunidades rurales. Así funciona el Estado, muchas veces no nos toma en cuenta, no solamente la parte de selva sino también en los Andes.
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Esta entrevista fue realizada en el marco del proyecto Voces del Bicentenario, coordinado y producido por la Oficina de Promoción Social y Actividades Culturales de Letras (Oprosac)